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TRASLADO DEL VENERABLE MANTO DE LA SANTÍSIMA MADRE DE DIOS A BLAQUERNA

conmemorado el 02 de julio.


Durante el reinado del emperador bizantino León el Grande (457-474), los hermanos Galbius y Candidus, asociados del emperador, partieron de Constantinopla a Palestina para venerar los lugares sagrados. En un pequeño asentamiento cerca de Nazaret se alojaron en la casa de cierta anciana judía. En su casa observaron una habitación donde se encendían numerosas luces, se quemaba incienso y se congregaban los enfermos. Cuando preguntaron qué alojaba la habitación, la piadosa dama no quiso dar respuesta durante mucho tiempo. Después de insistentes peticiones, dijo que albergaba un muy preciado objeto sagrado: el Manto de la Santísima Madre de Dios, que obraba muchos milagros y curaciones. Antes de Su Dormición, la Santísima Virgen legó uno de sus vestidos a una piadosa doncella judía, antecesora de la dicha anciana, instruyéndola a confiarlo a otra virgen después de su reposo. Así, la Túnica de la Madre de Dios se conservó en ésta familia de generación en generación.

El baúl engastado, que contenía la túnica sagrada, fue trasladado a Constantinopla. San Genadio, patriarca de Constantinopla (31 de agosto), y el emperador León, al enterarse del tesoro sagrado, se convencieron del estado incorrupto de la túnica sagrada y certificaron su autenticidad. En Blaquerna, cerca de la costa, se construyó una nueva iglesia en honor de la Madre de Dios. El día 2 del mes de junio del año 458, san Genadio trasladó el Santo Manto a la iglesia de Blaquerna con la debida solemnidad, disponiéndolo dentro de un nuevo relicario.

Después, el maphorion (gr. Μαφόριον, es decir, el velo, o túnica exterior) de la Madre de Dios y una porción de Su Venerable Cinto también fueron dispuestos en el relicario con Su Manto. Éste acontecimiento también influyó en la iconografía ortodoxa de la Fiesta, al ligar ambos eventos: la Colocación de la Túnica y la Colocación del Cinturón de la Madre de Dios en Blaquerna. El peregrino ruso Stepán de Nóvgorod, quien visitara Constantinopla alrededor del año 1350, da testimonio: “Llegamos a Blaquerna, donde el Manto yace sobre un altar en un relicario sellado”.

Más de una vez, durante la invasión de los enemigos, la Santísima Theotokos salvó la ciudad a la que había donado Su Santo Manto. Así sucedió durante la época del asedio de Constantinopla por los avares en el año 626, por los persas en el año 677 y por los árabes en el año año 717. Son especialmente relevantes los acontecimientos del año 860, relacionados íntimamente con la historia de la iglesia rusa.

El 18 de junio de 860, la flota rusa del príncipe Askold, una fuerza compuesta por más de 200 naves, arrasó las regiones costeras del Mar Negro y el Bósforo, luego entró en el Cuerno de Oro y amenazó a Constantinopla. Las barcas rusas navegaron a la vista de la ciudad, desembarcando tropas que “avanzaban ante la ciudad, blandiendo sus espadas”. El emperador Miguel III (842-867), interrumpió su campaña contra los árabes y volvió a la capital. Oró postrado sobre las losas de piedra de la iglesia de la Madre de Dios en Blaquerna la noche entera. El Santo Patriarca Focio habló a su rebaño, pidiendo lágrimas de arrepentimiento para lavar los pecados y buscar la intercesión de la Santísima Theotokos con ferviente oración.

El peligro crecía con cada hora que pasaba. “La ciudad apenas podía resistir una lanza”, dice el patriarca Focio en una de sus homilías. En éstas condiciones se tomó la decisión de salvar los objetos sagrados de la iglesia, especialmente el Santo Manto de la Santísima Madre de Dios, que se resguardaba en la iglesia de Blaquerna, no lejos de la orilla.

Tras oficiar una vigilia de toda la noche y retirarlo de la iglesia de Blaquerna, trasladaron el Santo Manto de la Madre de Dios en una procesión en torno de las murallas de la ciudad. Sumergieron su doblez en las aguas del Bósforo y luego lo condujeron al centro de Constantinopla, a la iglesia de Santa Sofía. La Santa Madre de Dios protegió la ciudad y sofocó la violencia de los guerreros rusos. Se convino una tregua honorable y Askold levantó el sitio de Constantinopla.

El día 25 de junio el ejército ruso comenzó a partir, llevándose consigo un importante pago de tributo. Una semana después, el 2 de julio, el milagroso Manto de la Madre de Dios fue devuelto solemnemente a su sitio en el relicario de la iglesia de Blaquerna. En conmemoración de éstos acontecimientos, el Santo Patriarca Focio estableció una Fiesta anual del Traslado del Venerable Manto de la Santísima Madre de Dios el día el 2 de julio.

Pronto, en octubre-noviembre del año 860, una delegación rusa llegó a Constantinopla para convenir un tratado “en paz y amor”. Algunas de las condiciones del tratado de paz incluían artículos sobre el Bautismo de la Rus de Kiev, el pago de un tributo anual por parte de los bizantinos a los rusos, permiso para servir en el ejército bizantino, un acuerdo para comerciar en el territorio del Imperio (principalmente en Constantinopla) y enviar una misión diplomática a Bizancio.

De gran significación fue el punto sobre el Bautismo de Rusia. El continuador de las “Crónicas de Teófanes” relata que “su delegación llegó a Constantinopla con una petición para recibir el Santo Bautismo, lo cual también fue cumplido”. Se envió una misión ortodoxa a Kiev para cumplir éste mutuo deseo de rusos y griegos. No mucho antes (en el año 855), san Cirilo el Filósofo (14 de febrero y 11 de mayo) había creado un alfabeto eslavo y traducido el Evangelio. San Cirilo fue enviado con su hermano san Metodio (6 de abril y 11 de mayo) en misión a Kiev con libros traducidos al eslavo. Lo predicho se llevó a efecto por iniciativa de san Focio, de quien fuera discípulo san Cirilo. Los hermanos pasaron el invierno de 860/861 en Kherson, y en la primavera de 861 estuvieron en el río Dniéper, con el príncipe Askold.

El Príncipe Askold encaró una decisión difícil, lo mismo que el Santo Príncipe Vladímir: tanto los judíos por un lado cuanto los musulmanes por el otro querían que aceptara su fe. Mas bajo la inspiración de san Cirilo, el príncipe se inclinó por la ortodoxia.

A finales del año 861, los Santos Cirilo y Metodio regresaron a Constantinopla y llevaron consigo cartas del príncipe Askold al emperador Miguel III. Askold agradeció al emperador por enviarle “hombres tales, que demostraron, tanto con la palabra como con el ejemplo, que la fe cristiana es santa”. “Convencidos de que ésta es la verdadera fe”, añadió Askold, “les pedimos que bauticen con la esperanza de que nosotros también podamos alcanzar la santidad. Todos somos amigos del Reino y estamos preparados para servirlo, según lo solicite”.

Askold aceptó el Santo Bautismo con el nombre de Nicolás, y muchos de su séquito también fueron bautizados. Gracias a los esfuerzos de los Santos Apóstoles de los eslavos llegaron a Rusia así los servicios divinos eslavos como la lengua eslava escrita, directamente desde Constantinopla, capital de la Fe Ortodoxa.

San Focio nombró al Metropolitano Miguel en Kiev, y el distrito metropolitano ruso entró en las listas de diócesis del Patriarcado de Constantinopla. El patriarca Focio, en una encíclica del año 867, calificó el Bautismo de los búlgaros y los rusos como uno de los principales logros de su servicio archipastoral. “Los rusos, que levantaron la mano contra el poder romano”, escribió, casi citando literalmente la misiva de Askold, “han reemplazado ahora las impías enseñanzas que antes profesaban por la pura y genuina fe cristiana y por el amor, habiéndose establecido entre el conjunto de nuestros amigos y súbditos”. (Los bizantinos contaban como “súbditos” a todos los que aceptaban el Bautismo de Constantinopla y entraban en alianza militar con el Imperio.) “El deseo y el celo de la fe se ha encendido en ellos hasta tal punto, que han aceptado obispos y pastores, y han abrazado la santidad cristiana con gran celo y devoción”.

La Fiesta del Traslado del Venerable Manto de la Santísima Madre de Dios a Blaquerna también marca el establecimiento canónico del Metropolitano ortodoxo ruso en Kiev. Por la bendición de la Madre de Dios y por el milagro de Su Santo Manto no sólo se logró la liberación de Constantinopla del asedio más terrible de toda su historia, sino también la liberación de los rusos de las tinieblas de la superstición pagana a la vida eterna. Junto con esto, el año 860 trajo el reconocimiento de la Rus de Kiev por parte de Bizancio y significó el surgimiento del joven reino ruso en la arena de la historia.

El intento del príncipe Askold de renovar la evangelización cristiana iniciada por el Santo Apóstol Andrés el Primero Llamado, que pretendía ser una reforma religiosa y estatal, culminó sin fruto. Aún no había llegado el tiempo de la difusión del cristianismo en la tierra rusa. Los partidarios del antiguo paganismo eran demasiado fuertes y el poder principesco demasiado débil. En el enfrentamiento de Askold con el pagano Oleg en 882, los habitantes de Kiev traicionaron a su príncipe. Askold, atraído al campo de sus enemigos para conversar, recibió la muerte como Mártir a manos de mercenarios.

Mas la hazaña del Bendito Askold (la Crónica de Ioakimov lo llama así) no se extinguió en la iglesia rusa. Oleg el Sabio, quien asesinara a Askold, ocupó el principado de Kiev después de él y llamó a Kiev la “Madre de las ciudades rusas”.

Las crónicas más antiguas de Kiev conservan la agradecida memoria del primer príncipe cristiano de Kiev: la iglesia del Santo Profeta de Dios Elías, construida por Askold y mencionada más tarde en el Tratado de Igor con los griegos (en 944), se erigió en el sitio de la actual iglesia homónima, así como la iglesia de San Nicolás el Taumaturgo, construida en los años 950 por Santa Olga sobre la tumba de Askold.

El logro más importante de Askold, que entró para siempre en la herencia de la Iglesia no sólo de Rusia, sino también de todos los eslavos ortodoxos, es el Evangelio eslavo y los servicios eslavos, traducidos por los Santos Cirilo y Metodio. Su actividad apostólica entre los eslavos comenzó en Kiev en la corte de Askold en 861 y continuó después en Moravia y Bulgaria. Siguiendo al Bendito Askold, en palabras de las antiguas Oraciones Alfabéticas, “el pueblo eslavo ahora se eleva en vuelo, todos esforzándose por alcanzar el Bautismo”.

Varias obras destacadas de la himnología y la homilética de la iglesia bizantina están relacionadas con el milagro del Manto de la Santísima Theotokos en Blaquerna. Hay dos homilías de san Focio, una de las cuales predicó pocos días después del asedio de Constantinopla y la otra poco después de la partida de las fuerzas rusas. También asociada con la campaña de Askold contra Constantinopla está la composición de un notable “Acatisto de la Santísima Theotokos”, que ciertas historias de la Iglesia atribuyen también al Santo Patriarca Focio. Éste Acatisto forma parte integral de los servicios de alabanza a la Santísima Madre de Dios (es decir, el “Sábado del Acatisto”, quinto sábado de la Gran Cuaresma).

No son sólo las fuentes bizantinas las que relatan los acontecimientos del año 860, sino también las crónicas históricas rusas. San Néstor el Cronista, destacando la importancia de la campaña rusa contra Constantinopla, señala que a partir de ese momento “se empezó a llamar Tierra Rusa”. Algunas de las crónicas, entre ellas Ioakimov y Nikonov, conservaron relatos del Bautismo del príncipe Askold y la Rus de Kiev después de la campaña contra Constantinopla. La conmemoración popular de peste evento está firmemente asociada con los nombres de los príncipes de Kiev Askold y Dir, aunque, según los historiadores, Dir fue príncipe de Kiev algo antes que Askold.

La veneración de la Fiesta del Traslado (o Colocación) del Santo Manto era conocida desde hacía mucho tiempo en la Iglesia rusa. San Andrés Bogoliubsky (4 de julio) construyó una iglesia en honor a esta Fiesta en la ciudad de Vladímir en las Puertas Doradas. A finales del siglo XIV, parte de la Túnica de la Madre de Dios fue trasladada de Constantinopla a Rusia por san Dionisio, arzobispo de Súzdal (26 de junio).

La Santa Túnica de la Madre de Dios, que anteriormente salvó a Constantinopla, luego salvó a Moscú de las hostilidades. Los tártaros de la Horda del tsarevich Mazovshi se acercaron a las murallas de Moscú en el verano del año 1451. San Jonás, Metropolitano de Moscú, con constantes oraciones y servicios religiosos, animó a los defensores de la capital.

La noche del 2 de julio, relata la Crónica, se produjo una gran confusión en el campamento tártaro. El enemigo abandonó sus bienes saqueados y rápidamente partió en desorden. En memoria de la milagrosa liberación de Moscú, san Jonás construyó la iglesia de la Colocación de la Túnica en el Kremlin, convirtiéndola en su iglesia principal. Se quemó, pero en su lugar se construyó una nueva iglesia, igualmente dedicada a la Fiesta de la Colocación de la Túnica de la Madre de Dios, treinta años después. Éste templo, en pie en el día presente, continuó sirviendo como la iglesia principal de los Metropolitanos y Patriarcas rusos hasta que se construyó la catedral de los Doce Apóstoles bajo el Patriarca Nikon.



REFERENCIAS

Orthodox Church in America. (2024). The Placing of the Honorable Robe of the Most Holy Mother of God at Blachernae. New York, Estados Unidos: OCA.

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