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SAN ESTEBAN, OBISPO E ILUMINADOR DE PERM

conmemorado el 26 de abril.


San Esteban (gr. Στέφανος), Obispo e Iluminador de Perm (región vecina a los Montes Urales) y Apóstol de los zirianos (pueblo komi del norte), nació alrededor del año 1340 en la familia de Simeón, un clérigo de la catedral de Ústiug. Estuvo muy influenciado por su piadosa madre María. Dotado de grandes capacidades, ya mostraba un celo inusitado por el servicio de la Iglesia: en un solo año aprendió a leer los Libros Sagrados y asistía a su padre en la iglesia durante los servicios, cumpliendo el deber de canonarca (cantor principal), y también el de lector.

El joven Santo recibió la tonsura monástica en el Monasterio de San Gregorio el Teólogo en Rostov (Ростов). El Monasterio era célebre por su excelente biblioteca. San Esteban deseaba leer a los santos Padres en su lengua original, por tal razón, estudió griego.

En su juventud, cuando ayudaba a su padre en la iglesia, conversaba asiduamente con los pobladores zirianos. Ahora, inmerso en la rica tradición de la Iglesia de Cristo, san Esteban anhelaba conducir a los zirianos al Señor.

Para facilitar la iluminación de los zirianos, compiló un alfabeto de su idioma y tradujo algunos de los libros de la Iglesia. Por tan piadosa obra, el obispo Arsenio de Rostov (1374-1380), lo ordenó con el rango de Hierodiácono.

Habiéndose preparado para la actividad misionera, san Esteban viajó a Moscú (1379) para encontrarse con el obispo Gerásimos de Kolomna, quien en aquel tiempo supervisaba los asuntos del Metropolita. El Santo lo imploró: “Bendíceme, Maestro, para ir a una tierra pagana, Perm. Es mi deseo enseñar la Santa Fe a los incrédulos. Estoy resuelto a guiarlos a Cristo o a dar mi vida por ellos y por Cristo”. El obispo lo bendijo con alegría y lo ordenó Hieromonje. Le proporcionó un Antimension para la mesa del altar, Santo crisma y libros de servicios; asimismo, el gran príncipe Demetrio lo entregó un documento de salvoconducto.

Desde Ústiug, san Esteban siguió el río Dvina del norte hasta la confluencia del río Vychegda, donde comenzaron los asentamientos de los zirianos. El defensor de la fe en Cristo padeció muchas fatigas y luchas, privaciones y dolores, viviendo entre los paganos que adoraban ídolos “con fuego, agua, árboles, una figura femenina de piedra y oro, un chamán, un hechicero y madera”.

El padre Esteban se entristeció al ver que los zirianos persistían en la adoración de un “abedul sagrado”. Inmenso en su espesor y altura, el abedul crecía en un sitio elevado. Los zirianos se congregaban allí, trayendo consigo animales salvajes para sacrificarlos.

La celda de san Esteban no estaba lejos del abedul. Oró, y el árbol prendió en fuego, para poner fin a la superstición. Viendo que el abedul había sido destruido, los zirianos desearon asesinarlo. El Santo les dijo: “Juzguen ustedes mismos si sus dioses tienen o no algún poder, ya que no pueden defenderse del fuego. ¿Pueden ser dioses cuando son tan impotentes? No tienen mente, ni pueden ver ni oír. Tu ídolo no fue capaz de defenderse de mí, un débil hombre. ¿Son todos sus otros dioses tan impotentes? El Dios cristiano no es así. Él ve todo, todo lo sabe y todo lo puede, porque creó el mundo entero y todo lo prevé. ¡Cuán bueno es Él, especialmente con aquellos que Lo conocen! Sólo deseo lo que es bueno para ustedes, conducirlos al Dios verdadero. Él los amará y bendecirá cuando lo honren de corazón”. En el sitio del “abedul sagrado”, san Esteban erigió una iglesia en honor del Arcángel Miguel, Vencedor de los espíritus de las tinieblas.

Los propios zirianos recién bautizados comenzaron a eliminar aquello que antes adoraban. Cortaron árboles sagrados, destruyeron ídolos y presentaron ante san Esteban los ricos presentes reservados para los sacrificios paganos. Le dijo a su ayudante ziriano, Mateo, que arrojara todo al fuego, excepto la tela de lino que se usaba para vendar los pies.

Pero las cosas llegaron a un punto crítico entre los zirianos después de que san Esteban venciera a su principal sacerdote Pama, quien se alzó contra la expansión del cristianismo. El sacerdote pagano entró en debate con san Esteban. “Cristiano, sólo tienes un Dios”, dijo Pama, “mas nosotros tenemos muchos ayudantes en la tierra y en el agua, lo que nos permite una buena caza en los bosques, con cuya abundancia proporciona alimentos y pieles a Moscú, la Horda y las tierras lejanas. Nuestros dioses nos revelan los misterios mágicos, inaccesibles para ti”.

San Esteban respondió que el Dios verdadero es uno; el Todopoderoso es uno, y, sin embargo, la experiencia ha demostrado que los ídolos son impotentes. Después de una larga disputa, el sacerdote pagano Pama retó a san Esteban a pasar por fuego y agua en una prueba de fe. San Esteban respondió humildemente: “Grande es el Dios cristiano. Acepto tu reto”.

Pama, no obstante, se atemorizó y suplicó al Santo que lo salvara de una muerte segura. “Vosotros sois testigos”, dijo san Esteban al pueblo, “de cómo deseó resolver la disputa sobre la fe por el fuego y el agua, mas no desea ser bautizado. ¿Quién estima a Pama ahora? ¿Qué ha de hacerse con él?”.

“Que muera el embaucador”, decía la gente, “porque si Pama es liberado, hará daño”. “No”, respondió el Santo, “Cristo no me ha enviado para entregar a nadie a la muerte, sino para enseñar. Como Pama no desea aceptar la Fe salvadora, que su necedad lo castigue, pero yo no lo haré”. Pama fue desterrado. En acción de gracias por su victoria sobre los paganos, san Esteban edificó una iglesia en honor de San Nicolás en Vishero. Después de ésto, la predicación de Cristo por parte del Santo rindió más grandes frutos.

En el año 1383, san Esteban fue consagrado obispo de Malaya Perm (ru: Малая, Pequeña Perm). Como un padre amoroso, se dedicó a su rebaño. Para animar a los recién convertidos, san Esteban abrió escuelas adyacentes a las iglesias, donde estudiaban las Sagradas Escrituras en la lengua vernácula. El Santo supervisó la instrucción y enseñó lo que necesitaban saber para llegar a ser sacerdotes y diáconos. San Esteban instruyó a varios de sus alumnos a escribir en lengua pérmica. El Santo construyó iglesias en las que colocó sacerdotes zirianos y los servicios religiosos se llevaron a cabo en el idioma ziriano.

San Esteban tradujo el Horologion (Libro de Horas), el Salterio y otros libros litúrgicos al idioma ziriano.

Durante una mala cosecha, el Santo proporcionó pan a los zirianos. Muchas veces los protegió de las artimañas de los funcionarios corruptos, les donó limosnas y los defendió de las incursiones de otros pueblos, intercediendo por ellos en Moscú. El fruto de sus esfuerzos y buenas obras fue la conversión de todo Perm al cristianismo. Ésta gran hazaña se logró con la fuerza de su fe y su amor cristiano. La vida del Santo fue una victoria de la fe sobre la incredulidad, del amor y la mansedumbre sobre la malevolencia y la impiedad.

Hubo un conmovedor “encuentro en ausencia” entre san Esteban de Perm y san Sergio de Rádonezh, que tuvo lugar en el año 1390 mientras san Esteban viajaba a Moscú por asuntos de la iglesia. San Esteban amaba devotamente al asceta de Rádonezh y anhelaba visitarlo, mas no tuvo ocasión para hacerlo. A diez verstas del Monasterio de san Sergio, san Esteban se volvió hacia el Monasterio y con una reverencia dijo: “¡Paz a ti, hermano espiritual!”.

San Sergio, que estaba comiendo con los hermanos, se levantó, hizo una oración, e inclinándose hacia donde cabalgaba el Santo, respondió: “Salve también a ti, pastor del rebaño de Cristo, que la paz de Dios sea ¡contigo!”.

La profunda conexión espiritual de san Esteban de Perm y san Sergio de Rádonezh se rememora aún hoy en cierta oración que se recita cada día en la trapeza.

Además de construir iglesias, san Esteban también fundó varios monasterios para los zirianos: el Monasterio del Salvador en Ulianov a 165 verstas de Ust-Sysolsk, el de Stephanov a 60 verstas de Ust-Sysolsk, el del Arcángel de Ust-Vym y el del Arcángel de Yareng.

En el año 1395 san Esteban viajó nuevamente a Moscú por asuntos de su rebaño y allí durmió en el Señor. Su cuerpo fue colocado en la Iglesia de la Transfiguración en el Kremlin de Moscú. Los zirianos lamentaron amargamente el fallecimiento de su Archipastor. Suplicaron encarecidamente al príncipe de Moscú y al Metropolita que enviaran el cuerpo de su Patrono de regreso a Perm, pero Moscú no quiso desprenderse de las reliquias del Santo.

La glorificación de san Esteban se inició ya a principios del siglo XV. La Vida del Santo fue escrita poco después de su reposo. El Hieromonje Pacomio el serbio compuso el servicio en conjunto con el Hieromonje Epifanio el Sabio, quien fuera discípulo de san Sergio de Rádonezh. También conoció a san Esteban y gustó de grandes conversaciones con él.



REFERENCIAS

Orthodox Church in America. (2024). Saint Stephen, Bishop of Perm. New York, Estados Unidos: OCA.

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